No pude evitarlo… Mi pluma doblegó mi voluntad para transmitiros lo que guardaba mi alma. Nunca me propuse escribir este “librito”, pero respondió a una necesidad. Un deseo oculto para mí de gritar este amor que me llena y me eleva. Mi donna angelicata, mi dulce Beatriz… la quale fu chiamata da molti Beatrice lí quali non sapevano che sì chiamare.

Mi mente no tenía claras las palabras de que se iba a servir. De este modo, surgieron de mis dedos versos y prosa, sonetos y narración de lo que ha supuesto Beatriz para mí desde el primer encuentro. Sólo tenía 9 años, y ya la quería con ardor. Transcurrieron otros 9 (¿guardará algún significado este número?) y anhelaba su saludo, su mirada. Únicamente me conformaba con esto… Pero fui idiota. Quise ocultar este amor cortejando a otra. Y esto fue sólo el comienzo de… una desgracia tras otra…

Me negó el saludo, no correspondió a mis composiciones, y vino la muerte poco a poco.

Mientras escribía estas palabras de fuego, mientras os mostraba la vida nueva que comencé a vivir con su presencia y su amor, yo la seguía viendo: no eran alucinaciones; ¡de verdad la veía! Y por esto… os digo, atrevidos lectores de mi intimidad, que nunca podré amar a otra mujer como he querido a Beatriz. Mi pluma, mi poesía, mi espíritu y mi vida quedaron consagrados a ella desde el primer encuentro…

Una sensibilidad del siglo XIV que nos pone ante nuestros ojos un amor apasionado. Quizá no nos sintamos identificados con su modo de expresarlo: es necesario introducirse en su contexto y en su piel para comprenderlo. A pesar de la distancia, su fuerza y su autenticidad nos llega con una voz clara.

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ELVIRA

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