Empecé este pequeño libro una tarde en la piscina, y no pude parar… La voz interior se va sucediendo, vuela de un personaje a otro dirigiendo su rumbo. ¿Su conciencia? ¿La conciencia del narrador?
Múltiples narradores que surgen de la naturaleza: se dota de lenguaje a distintos seres para que relaten lo que están viendo. Pasa por nuestros ojos la vida de los distintos personajes que hacen vida en el pueblo y se nos va desvelando paulatinamente la historia. Bueno, el entrelazamiento de historias.
Muerte, orfandad y duro trabajo. Es lo que describe al protagonista, uno de los dos hermanos, pero hay otra circunstancia: su hermano mayor, y que, sin embargo, es como si tuviera tres años. Siempre inocente y con ganas de reír, hasta que irrumpe de golpe otro tipo de instintos y deseos.
Se nos muestra el drama de estos dos hermanos, con toda su crudeza y realismo de la mano de la ficción. Casi un realismo mágico en cierto sentido.
«Entré en el río despacio y con elegancia, siguiendo a la perfección las reglas que sobre la marcha seguimos las serpientes, y me dirigí sigilosamente, pues el sigilo también forma parte de nuestro código, hacia una trucha que dormía en el fondo de un hoyo. Entonces, cuando iba a cogerla, cuando no había apenas un palmo entre mi boca y su cola, algo falló».
