Hace poco me sugirieron varios poetas contemporáneos con el fin de aprender de ellos: tengo la duda de si realmente la poesía es mi camino o no, lo que sí sé es que en todo caso me queda un largo recorrido que, sea cual sea el resultado, siempre será bueno.
Me estoy leyendo El cazador de este poeta madrileño, y me están conquistando varios versos… He escogido uno para compartir, aunque tengo ya varias esquinas dobladas del libro.
¿POR qué si nada espero del futuro
arrojo hacia él mis versos tercamente?
Yo lo ignoro. No sé cómo no hacerlo. Pues juro que de haber sido posible
siempre hubiese evitado el escribirlos.
De eso es testigo Dios. Él sabe cómo
a solas y en silencio, cuando surgen
de improviso palabras que me buscan
y yo intento olvidarlas, la memoria
me muestra la figura asustadiza
de Jonás que se aleja, pobre inútil,
negándose, ridículo, a ir a Nínive.
"Trabaja pues", me digo, "tú ¿qué sabes?"
Dolorosa e ingrata por extremo,
acepto ciegamente la obediencia
que exigen los poemas: darlo todo
sin poder reservar para mí nada;
lo demás de mi vida se hace nulo.
Qué difícil dar forma a su misterio,
cómo eligen su tema y me sorprenden:
yo, que soy frustración y desaliento,
dejo en ellos un fondo de esperanza,
y la alegría pone por encima
de mí y de mi miseria mis palabras.
