No entiendo por qué me culpan. Por qué huyen. Por qué me rechazan.
No fue responsabilidad mía «nacer»: aparecer más bien. ¿Qué pasaría si supieras que te han creado por curiosidad? ¿Por experimentar? ¿Por saciar una sed de conocimiento, una sed enfermiza y obsesiva?
Recogía huesos de los osarios, y violaba, con dedos sacrílegos, los tremendos secretos de la naturaleza humana.
Si al menos, tras este primer motivo, hubiera aparecido la acogida, el interés, el cariño, hubiera sido como un segundo nacimiento.
Sí. «Volví» a nacer: cuando vi que me rechazaban por mi aspecto. Parecía peligroso, pero no esperaron a comprobarlo. O mejor: no esperaron a «educarme», a formarme en vuestra sensibilidad y lenguaje, inteligencia y delicadeza… Me hice a mí mismo, con los recursos que pude, y siempre a escondidas.
Cada vez que quise acercarme a personas que veía bondadosas, me rechazaban, me tiraban piedras…
¿Te sorprende entonces mi actitud? ¿Te sorprende que apriete mis dedos grandes y fuertes en torno a gargantas de inocentes, aun niños?
¡Malditos, maldito creador! ¿Por qué tuve que vivir? ¿Por qué no apagué en ese instante la llama de vida que tú tan inconscientemente habías encendido? No lo sé; aún no se había apoderado de mí la desesperación.
(…)
He añorado la compañía de un amigo; he buscado a alguien que me apreciara y comprendiera. Y he aquí que lo encuentro en estos remotos mares; mas temo que solo me valga para conocer su valía, justo antes de que muera.
Comienza entonces una batalla entre tú y yo. Tu familia, tu noche de bodas, tu felicidad… Y yo.
Al final, está claro el reto que tenéis, científicos y artistas…
El ser humano perfecto debe conservar siempre la calma y la paz de espíritu, y no permitir jamás que la pasión o el deseo fugaz turben su tranquilidad. No creo que la búsqueda del saber sea una excepción. Si el estudio al que te consagras tiende a debilitar tu afecto y a destruir esos placeres sencillos en los cuales no debe intervenir aleación alguna, entonces ese estudio es inevitablemente negativo, es decir, impropio de la mente humana.
