Acudí hace unos días a la presentación de este pequeño pero intenso libro de poemas. Los ojos van saltando de un haiku a otro cuando se lee, y se aprecia lo que comentó el propio autor en la Cafebrería AdHoc: cuando pasea y se detiene, cuando contempla algo, o ante la cotidianidad de cualquier suceso, saltan las palabras que lo describen.
Lenguaje preciso, al estilo auténtico japonés, al que le siguen otros poemas.
Tengo 34 años, y soy filóloga. Una de mis pasiones es la lectura: aprender todo lo que me muestra un libro, desde una cultura o época desconocida hasta formas de ser con las que tropiezo diariamente. Las páginas de un buen libro me ayudan a conocerme a mí misma, a los demás... creciendo en un autoconocimiento que es apoyo para enfrentarme a mis realidades y circunstancias; y fortaleciendo una comprensión con personas que, quizá, de modo natural nunca me hubiera acercado... Mi segunda pasión: escribir. Lo que veo, lo que vivo, lo que siento, lo que oigo... Transformar las imágenes de un pensamiento en palabras que pueden ser reconocidas por otros, para vivirlas más intensamente.
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