Hacía tiempo que quería hablar de este librito. Digo así, «librito», porque es breve, se lee rápido, es más, se devora. Sin embargo, qué difícil de resumir y de mostrar la intensidad de cada palabra.
Un encuentro fortuito entre Mistress C. y un desconocido comensal abre la posibilidad de introducirnos en un día de la vida de esa mujer: increible y terrible, con una pasión enardecida y grandes problemas. De qué manera puede cambiar el rumbo de nuestra vida en tan sólo unas horas tras lo que parece la acción del azar…
¿Usted no encuentra, pues, odioso, despreciable, que una mujer abandone a su marido y a sus hijas para seguir a un hombre cualquiera, del que nada sabe, ni siquiera si es digno de su amor? ¿Puede usted realmente excusar una conducta tan atolondrada y liviana en una mujer que, además, no es ya una jovencita y que siquiera por amor a sus hijas hubiese debido preocuparse de su propia dignidad?
Sin embargo, no cabe el juicio. Esta mujer desconoce de qué manera su sinceridad intempestiva puede cambiar asimismo el rumbo de otras vidas…
Involuntariamente, cediendo a su pesadumbre, mi acompañante se había apoyado contra el muro; su sombrero, sus ropas, empapados en agua y com- pletamente arrugados, chorreaban. Tenía el aspecto de un náufrago a quien acaban de salvar la vida. Al- rededor del reducido espacio que ocupaba su cuer- po, se formó un pequeño charco. Sin embargo, él no hizo el menor gesto para sacudirse la humedad, ni escurrir el sombrero, ni secarse las gotas que le res- balaban por las mejillas. Permanecía en una absolu- ta pasividad; no puedo explicarle hasta qué punto me impresionaba aquella actitud de aniquilamiento.
