Breve e intenso, asequible y profundo, cotidiano y filosófico. He reescrito esta primera frase porque en lugar de la conjunción «y», había escrito «pero», y es que no es así. No se contrapone ni se desdice, este fluir de pensamientos de Pieper responde a esos adjetivos.

El arte que surge de la contemplación no pretende tanto copiar la realidad como más bien aprehender los arquetipos de todo aquello que es. Un arte así no desea representar aquello que ya todo el mundo ve, sino más bien hacer visible aquello que no todo el mundo ve.

Habla de escultura, música, representación pictórica, palabras… Diversas manifestaciones del arte y una sola mirada, una sola actitud.

Se trata de una bocanada de aire para el artista, para el «pensante», para todo aquel que desea cultivar una mirada profunda de la realidad. Se trata, así lo pienso, de una apuesta por hacer «visible lo invisible».

No obstante, el verdadero artista no es alguien que simplemente «ve» las cosas o que lo hace de cualquier modo. Para poder crear una forma o una imagen (no solo en bronce y piedra, sino también a través de la palabra y discurso), debe estar dotado de una capacidad de mirar de forma extraordinariamente «intensa». El concepto de contemplación incluye también esta forma de ver especialmente intensiva. Y nos referimos, en este sentido, a un doble aspecto:  primeramente, al don de retener y conservar en la propia memoria aquello que se ha percibido visualmente.

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