De nuevo, otro relato. Esta vez de Marta Pérez – Carbonell.

Helena recibe una carta. Pone casi su nombre: Elena. Por este motivo piensa que no se dirige a ella, opinión que confirma tras abrir el sobre y leer el contenido: Elena. Te escribo en naranja por motivos obvios. Siempre te dije que volvería. F.

¿Un amor, un vecino, una amistad olvidada? ¿Confusión de destinataria? ¿Fernando, Felipe, Francisco? ¿Motivos obvios? Todo sin respuesta.

Ella viene de una rutina burocrática diaria y se vuelve a sumergir en la misma cotidianidad:

En el día a día de la vida cotidiana se nos presentan decenas de situaciones que requieren nuestra atención casi inmediata: facturas de la luz por pagar, mensajes del teléfono sin contestar, el grifo que gotea (…), por no hablar de la nevera vacía o las plantas sin regar, cuya naturaleza desatendida emerge como síntoma desastre en el que se convierten las vidas que no están dedicadas a la burocracia de la existencia.

Quizá un reclamo, una ligera crítica o un sencillo comentario de cómo vivimos y acerca de elementos que quiebran nuestra rutina. ¿Necesitamos esas rupturas?

Helena recibe otra carta. ¿Cable Café este sábado a las 18h? F.

Siempre había algún peatón, pero no dejaba de resultar insólito contemplar cómo la calle, habitualmente concurrida, atravesaba aquel hiato de quietud.

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