He tenido la suerte y oportunidad de conocer y pasar unos días con Marcela Duque en la residencia de Claros del bosque.
Compré hacía poco su poemario Bello es el riesgo, Premio Adonáis 2018, y lo degusté: sencillo, ligero, profundo… Una conjunción precisa de levedad y mirada observadora e inquieta, con algún toque de humor en algunos de sus poemas.
Después leí una entrevista suya en Aceprensa y me encantó. Cada palabra se clavaba en mí porque sentía que hablaba por mí, que ponía palabras a pensamientos que tenía y que no había compartido con mucha gente.
Y ya vinieron los días de regalo. Le pedí al tercer día o cuarto si podía firmar el ejemplar que yo tenía. No sólo me escribió una dedicatoria, sino que me regaló su otro poemario, igualmente firmado: Un enigma ante tus ojos, ¡con prólogo de Carmelo Guillén!
Acabo de terminar de degustarlo (creo que es una de las palabras que se ajusta mejor a su poesía): un proceso de intimidad con una base clásica importante (cómo no viniendo de una filósofa que es poeta), donde el lector puede ver un alma al desnudo sin pretender sostener una pose fingida o postiza. Son versos veraces, musicales y dulces.
Si intentara medir lo que me falta,
saber si es suficiente,
pesarme el corazón
para encontrar un hueco en tus abrazos
tendría que entender cuánto me amas.
Tú me dices que cuente las estrellas,tú que les das un nombre.
Hace tiempo he aceptado mi ignorancia:no hay abundancia sino en tu compañía.
Es lo único que sé y eso me basta.
