“(…) para hacerte saber cómo arranca la vida
con una pulsación que es corporal y poco a poco va haciéndote habitable”.
Luis Rosales, Diario de una resurrección.
V
Miro hacia atrás en el tiempo y me parece un sueño lo sucedido. Vuelvo a ser yo. Bueno, soy otra pero en esencia sigo siendo la de antes: he recuperado paulatinamente mi color, mi consistencia, mi proporción. Vuelvo a tener mi ritmo y mi curso y lo notas. Tienes algo más de fuerza, empiezas a ver la comida con ganas y todos los mensajes que recibes y escuchas son positivos.
¿Quién diría que yo pudiera experimentar la esperanza? Es una palabra tuya y ahora me la apropio para ser capaz de describir la sensación que me embargas. Desde que tomé conciencia de mí misma, pues hasta ese momento fluía y transcurría acompañando simplemente un patrón determinado, pensaba que era yo la que te marcaba el camino, desdichado, sí, pero que estaba en mis manos por decirlo de algún modo. Y no. Ha sido al revés. Por supuesto que por mí entraba la debilidad sin ser yo la causante, pero tu réplica ha sido lo decisivo. Y la de tu familia. Y la de los médicos. Y la de L. Y la de todas estas personas que te han sostenido cuando te encontrabas caída. Ha sido el conjunto de respuestas lo que nos ha volcado la fuerza y la vitalidad.
Percibo en este instante de manera repentina cierto calor y acelero mis pasos ascendiendo por tu cuerpo hasta tus ojos nuevamente, y al enrojecerte veo lo que sucede: estás en casa, estás en tu habitación que aguarda de nuevo tu presencia, estás con tu gente que te abraza, te sonríe, dan palmas… Sí, es una pena que estén todos con mascarillas, pero es que aún estamos débiles y cualquier cosa nos puede afectar, escuché que nos decía el doctor la última vez.
Aún nos queda trayecto que recorrer, pero no estamos solas. Y te unes, una vez sentada, a la canción que te dedican todas esas voces que quieres porque saben que te gusta y que te has aferrado a su contenido: “Y eso que tú me das es mucho más, es mucho más de lo que yo nunca te he pedido. Todo lo que me das es mucho más, es mucho más de lo que yo nunca he merecido”.
Y cierras los ojos y apenas logras musitar un gracias.
