
Su esperanza reside en una carta. No llega, y cada semana acude a correos.
Diálogos desconcertantes en una situación amarga. Cada palabra que se bebe deja un regusto agrio. García Márquez, genio en la escritura y rompedor de normas literarias, continúa en esa línea pesimista, desesperanzadora, angustiosa, logrando transmitir su propósito: la eterna espera.
En esta novela breve, deposita la posibilidad de escapar de esa realidad aplastante en dos elementos: una carta y un gallo. Una carta que le puede traer un dinero prometido por haber luchado en la Guerra de los Mil Días; y un gallo que le recuerda a su hijo muerto y que lo utilizará para una porra con el fin de conseguir dinero.
¿Cuál es el punto de inflexión? El coronel va negando las fuentes de alimento a su mujer y a sí mismo para dar de comer a ese gallo… ¿Se trata de una situación sostenible e improrrogable?
