Numerosos nombres rusos con sus respectivas historias. Una sensación de mareo se introduce con cada página que pasamos, no obstante, de repente todo se une, todo se vuelve más claro. Todo acaba por encajar…

La Segunda Guerra Mundial vuelve a aparecer ante nuestros ojos, pero en una vertiente más interiorizada. La acción corre de un cuerpo a otro, ya sea ruso o alemán. Los pensamientos tratan de ocultarse asimismo en las trincheras. Las descripciones vuelan haciendo que el lector huela la pólvora, note la sangre correr por sus miembros…, o que sienta el peso abrumador del Régimen comunista. A un científico le vuelven la espalda por sugerir una idea contraria a la teoría establecida por Lenin y Stalin; a un alto cargo del ejército le muestran todas sus palabras pronunciadas a lo largo de su vida, y sutilmente recogidas… La persona desquitada de su identidad, el amor en tiempos de guerra, la desconfianza entre amigos y familiares, la cosificación de las relaciones humanas…

«Aquel silencio daba vértigo. Los hombres tenían la impresión de haberse vaciado, de que se les había entumecido el corazón (…). Causaba una impresión inverosímil, inconcedible, comer las gachas en silencio (…). El silencio tenía voz propia, había hecho nacer una infinidad de sonidos que parecían nuevos y extraños: el tintineo del cuchillo, el susurro de la página de un libro, las pisadas de los pies desnudos, el chirrido de la pluma…».

Esta sensación oprime a cada personaje, al autor, al lector… Ante semejante sufrimiento descarnado, parece que sólo cabe una respuesa oscura, angustiosa, silenciosa… Se observa una evolución psicológica de los personajes, su lucha por mantenerse en lo que son: personas, podemos comprobar que siempre tenemos en nuestro interior algo que clama aún más alto: la libertad.

«De improviso, el sol poniente iluminó el camino, la casa muerta. Las órbitas quemadas de las casas se llenaron de sangre helada; la nieve sucia del hollín de los combates, excavada por las garras de las minas, resplandeció como el oro; se iluminó también la caverna rojo oscuro de las entrañas del caballo muerto (…). La luz vespertina posee la propiedad de revelar la esencia de lo que está ocurriendo y de transformar las impresiones visuales en un cuadro, en historia, sentimiento, destino. Las manchas de barro y hollín, a la luz del sol poniente, hablaban con cientos de voces; con el corazón encogido uno comprendía la felicidad pasada, lo irreparable de las pérdidas, la amargura de los errores y el eterno encanto de la esperanza».

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ELVIRA

 

3 comentarios sobre “Vida y destino, de Vasili Grossman

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