Breve. Brevísimo. Se suceden seis cuadros de manera interrumpida pero dando saltos espaciotemporales diversos.

Una reescritura del tipo de Don Juan, situado en Sevilla en el siglo XVII, basado en la historia real de un hombre que sedujo a numerosas mujeres abandonándolas después y se hizo señor de dar o quitar la vida. Se casó con Jerónima que murió a los pocos años… ¿Qué queda entonces?

Tras una escena que puede recordar al monólogo de Cinco horas con Mario, tiene lugar un vuelco en la historia. Se acerca a un monasterio y ahí decide cambiar de vida…

Es necesario vivir, vivir largo tiempo, y decir con los demás hombres: vivir es para mí una alegría. Cuando tus brazos estén ya destrozados, cuando tus huesos viejos te duelen, cuando tú cabeza sea blanca como la enfermedad del árbol, un día te levantarás más temprano que de costumbre, encenderás la débil lámpara en aquella hora gris y te pondrás a trabajar por última vez.

Y aunque sea breve, la paciencia recorre todas las escenas protagonizando un cambio, un dolor, una sombra y un despertar.

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