… mientras miraba fijamente la imagen de su belleza, con una claridad fulgurante captó toda la verdad. Sí, en un día no muy lejano su rostro se arrugaría y marchitaría, sus ojos perderían color y brillo, la armonía de su figura se quebraría. Desaparecería el rojo escarlata de sus labios y el oro de sus cabellos. La vida que había de formarle al alma le deformaría el cuerpo. Se convertiría en un ser horrible, odioso, grotesco. Al pensar en ello, un dolor muy agudo lo atravesó como un cuchillo, e hizo que se estremecieran todas las fibras de su ser. El azul de sus ojos se oscureció con un velo de lágrimas. Sintió que una mano de hielo se le había posado sobre el corazón.
¿Hasta cuándo sin una arruga que enturbie el rostro? ¿Hasta qué momento en que vetas plateadas aparezcan entre los cabellos? ¿Hasta qué instante en que se caiga la mirada, se derrumbe el cuerpo, las manos yazcan inertes?
Una angustia que empuja un deseo. Deseo que le lleva al joven Gray a agarrarse al único clavo ardiendo que tiene, aunque sin apenas conciencia: vendería mi alma…
Entre el ruido sordo de los ómnibus y el alboroto de los coches de punto, oía la voz monótona que devoraba cada uno de los minutos que le quedaban.
Se percata entonces de lo que ha sucedido realmente, y decide amortajar (sí, amortajar) su bello retrato para ocultar la verdad a ojos ajenos a los suyos.
No obstante, lo que parecía una ingenuidad, casi un juego donde la belleza y la eterna juventud prima sobre cualquier otro bien, empieza a desencadenar una serie de hechos terribles. Encuentra el amor, pero… Encuentra una amistad distinta a su ya-no-querido-pintor, pero…
Mentira, seducción, afán de conocimiento (más bien, deseo consumista del saber), le van conduciendo a cometer delitos, directa o indirectamente.
¿Cómo acabará una mentira así? ¿A dónde conduce la sed irracional de belleza? ¿Qué se supone que es la belleza? ¿Qué queda tras la frialdad de haber cometido crímenes por un bien personal y el olvido del de otros?
La vida ha sido tu arte. Has hecho música de ti mismo. Tus días son tus sonetos.
