Prosa poética que describe una vida. En realidad… únicamente algunos episodios de Francisco de Asís, el santo de los pobres, el amigo de la naturaleza. Incluso, el hermano del Sol y de la Luna, de la Vida y la Muerte.
Él se ve así: bajísimo; una nada… y desde esa nada se construye un poema de vida. Bobin pinta con palabras una amplia gama de tonalidades; entremezcla intimismo con hechos y una percepción de la realidad propia. Una paleta muy completa que no busca un retrato de una persona simplemente, sino de una forma de vivir y de ser que impregna a su alrededor una visión profunda y contemporánea: Bobin no sólo muestra un pasado, sino que nos hace comprobar su actualidad y nos anima a descubrirla en nuestro entorno… invitando a una posible reacción, al menos interior:
«El periodista describe la jornada de una familia de mendigos – su jornada de trabajo. Viven en un barrio pobre de una ciudad inmensa, una de esas ciudades del mundo saciadas de mercancías y de almas, de sangre, de oro y de lodo. Vemos a esta familia andar decenas de kilómetros para ir de un barrio desheredado a un barrio rico, empujando por delante de ellos un carro lleno en modo y medida de los cubos de basura. Es la palabra que había llamado vuestra atención. Es la palabra que visteis: la palabra «desechable». Esta palabra que designa en principio el contenido de las basuras, había contaminado poco a poco a aquellos que encuentran ahí su comida. En este país (…) terminan por designar a los mendigos como «desechables». Y, como una palabra no viene jamás sola, hablamos de beneficiosas «limpiezas sociales». Lenguaje riguroso, espantosa austeridad del idioma y de la ley: ¿qué hacer en efecto con los «desechables» sino limpiar el mundo de su indigna presencia, poco propicia para el dinero, la alegría aséptica del dinero?»
