
La cara de desconcierto que se nos pone con las primeras líneas deja paso a la pregunta “¿es una tomadura de pelo?”, y ya, una vez que hemos pactado con el libro y empecemos a aceptar todo lo que tenga que contarnos, la sonrisa pasa a dibujarse en nuestros labios.
¿Una mujer que echa a volar? Sí. ¿Por sus medios? Sí. ¿En bikini? Sí. ¿Le entrevista Obama? Y así sucesivamente. No buscamos entonces algo lógico, sino que nos dejamos sorprender y empapar de la ternura que desprende el relato: el amor de la protagonista por su niña recién adoptada por ella.
A medida que se enlazan las increíbles sorpresas con numrosas aventuras, una pregunta flota por nuestro subconsciente sin querer verbalizarla para no romper “ese pacto”: ¿en qué va a acabar todo esto?”
Entonces, viene el disparo…

Los vuelos en la literatura suelen ser encantadores, por ejemplo los que se narran “El maestro y Margarita” de Bulgakov. Saludos.
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Me lo apunto!! Y te diré. Mil gracias
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