El otro día hice un poco de orden entre mis cosas. Recoloqué algunos libros y cuadernos de las estanterías y vi que un papel roñoso asomaba a modo de marcapáginas en uno de ellos.

Lo cogí para tirarlo a la papelera y vi una letra escrita que no era la mía. Y recordé que se trataban de unas palabras que me leyó una amiga y que le pedí que me escribiera.

Dos frases breves que condensan la fórmula de la felicidad… lo que no evita que aparezca el sufrimiento, porque está ligado a ello…

Ser feliz es destinarse a la persona amada. El hombre es, cuando ama, dueño de su destino, porque se destina a quien quiere.

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