Hace años me leí un breve libro titulado Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury. Es un autor que me conquistó por sus relatos, donde no se sabe qué es ficción y qué realidad, pero sobre todo me conquistó por este ensayo.
Ideas que se clavan en el alma de cualquier escritor, aunque esté en formación o en momentos de iniciación. He vuelto a releer las anotaciones que tomé estos días porque necesito hacer un hueco real en mi día a día para escribir: se trata realmente de una necesidad de mi interior, el hecho de crear con palabras. Y hace poco me animaron a sacar tiempo para ello con constancia y realismo.
Comparto con vosotros mi propósito y mi meta. Y el ingrediente que según Bradbury hay que alimentar para que esto no decaiga:
Garra. Entusiasmo. Cuán raramente se oyen estas palabras. Qué poca gente vemos que viva o, para el caso, crea guiándose por ellas. Sin embargo, si me pidiesen que nombrara los elementos más importantes del carácter de un autor, aquello que da forma a su material y lo impele hacia donde quiere ir, sólo podría advertirle que pusiera atención a su garra, que se fijara en su entusiasmo.