Suspiro el para-qué
mientras fumo los así-por-ahora.
Me interpela con tu mano,
la mueves despacio bailando con mi humo expulsado.
Deseo que llegue...
Ya, pronto.
Pero sigues quieto,
siendo la mirada del no-me-voy.

Al menos rozarte
y tranquilizar mi sed áspera.
Únicamente.
Es un paso; un leve movimiento,
y se cumpliría.
Pero permaneces inmóvil,
meciendo mi anhelo en la curva de tus labios.
Busco la entrada del instante...
Desconozco cuándo, y de dónde.

Pero tú confías,
pues será el mejor siendo.
Y me susurras un sutil cambio:
"Abandona tu ser sujeto".
Deja de ser lo que eres.
Quítate esa ropa del venga-ya y del ahora-mismo.

Y cuando alzo los ojos del no entendimiento,
me levantas mis dedos,
y con ellos acaricio tu espera ya cumplida.

El instante acaba de acudir.
"Ya tienes tu deseo del para-qué".
Y es entonces cuando respiro de la curva de tus labios.

Un comentario sobre “Porque merece la pena la espera…

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