Nos encontramos en el año dedicado a Dante por su VII centenario de fallecimiento. Y me llegó un evento en el que comenzaba una exposición sobre su obra en Navalcarnero. No únicamente imágenes (desde Botticelli o Gustave Doré hasta Dell’Otto), sino que contiene un mensaje que traspasa la frontera de la época medieval conduciéndonos al Renacimiento del siglo XXI. Un Renacimiento que, además de vincularse al cambio de pensamiento y de las artes, nos refleja a nosotros mismos. Dante surge desde su obra escrita actualmente llamándonos a un nuevo renacer.
Sí. En esta época de COVID-19, en esta sociedad marcada por la incertidumbre, las prisas, el desasosiego… Y como tal, una exposición con experiencias y textos, con el fin de calar el corazón y de infundir esperanza.
Fui hace unos días con un grupo de amigas: cogimos entradas para la representación teatral y la exposición. Mis amigas no conocían mucho o nada a Dante, y me pidieron una explicación previa aunque se dejaron contagiar por mi entusiasmo.
Les di unas pinceladas sobre la persona y la obra, y luego pasé a contarles lo que había leído en los ensayos de Franco Nembrini sobre la profundidad de La divina comedia (no hay palabra que tenga un motivo para haber sido escrita) y de qué modo nos apela actualmente, qué podemos aprender de su camino desde el Infierno hasta el Paraíso pasando por el Purgatorio.
Les entró el «gusanillo», y allá fuimos.
Me resulta difícil expresar la impresión que nos causó: el teatro fue sencillo y breve, con una selección de un canto por cada parte; y la exposición fue guiada con una explicación completa, pedagógica y dinámica del proceso interior de Dante y de sus circunstancias.
Nos cautivó, y volvimos a casa con una visión algo distinta de la vida que estamos viviendo. Una visión que, sin embargo, para que permanezca hace falta nuestra decisión consciente de que así sea.
¿Os animáis a ir y a comentar vuestras impresiones?