Nos encontramos ante el imperio ruso durante la primera mitad del siglo XIX, concretamente, ante Estonia, que acaba de recuperar su independencia en este momento (el autor procede de este país poco conocido). Sin embargo, no sólo es un país, ni siquiera la cultura de toda esa zona: el autor habla en un lenguaje universal.

El coronel Timo ha sido condenado a nueve años de cautiverio debido a la promesa dada al emperador de decirle siempre la verdad. También será declarado un loco, y quedará recluido en Livonia, donde estará permanente vigilado junto a su mujer y su hijo. Todos los hechos que ocurren los narra Jakob, el cuñado de Timo, en su diario secreto.

Una narración lenta, con un lenguaje esmerado y elegante, y unos caracteres perfilados al detalle y con su fuerza, a la vez que se percibe un tono irónico con respecto a la visión de sí mismo.

Una batalla honesta y profundamente humana a dos tiranías que se encuentran en ese momento: la zarista y la soviética. Sin embargo, no se trata de simple protesta, sino de un calado en los retratos del alma humana.

¿En qué reside la locura de Timo? En defender una postura de valores universales, como él mismo afirma:

No hay en el mundo principios más estables que éstos: ¡Amor, Verdad, Dios!

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Elvira

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