El autor pone en marcha desde las bambalinas una serie de recursos que van a construir un thriller con notas muy características: la realidad de la Prusia del siglo XIX surge entre niebla y humedad; su propia erudición como profesor de filosofía, le permite entrelazar una serie de asesinatos con aspectos que guardan relación, con el pensamiento de Inmanuel Kant.

El mismo filósofo aparece como personaje. Se constituye como mentor del magistrado al que le ha sido encargado la resolución de las muertes. Desde las primeras páginas, se alza el primer interrogante: ¿quién ha pensado en el joven Stiffenis, con apenas experiencia, para resolver semejante caso, en el que las pistas brillan por su ausencia?

Y de este modo, una pregunta tras otra… mientras que el asesino continúa actuando. Recorremos con el protagonista las calles sombrías del pueblo; observamos la conducta de nigromantes, curanderas, policías, jueces, prostitutas…; discurrimos con su racionalidad, tantas veces enfrentada al pensamiento de Kant; comprobamos las pistas empíricamente bajo su método… No obstante, se escapa…

Se entrelaza el pasado de Stiffenis, que al parecer… guarda relación con la resolución del caso…

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ELVIRA

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