Comencé a fijarme en sucesos cotidianos para tratar de transcribirlos en palabras. Y en esta ocasión, pensé en los niños… Juegan, ríen, lloran, aman y odian por momentos. Y me fijé en sus saltos: siempre dejan luz allá donde vayan; la luz de la inocencia que más tarde se pierde…

¿Pensáis si es posible recuperarla?

¿Por qué la rosa es rosa?
¿Por qué el cielo está arriba?

Las preguntas se tropiezan desde esos pequeños cuerpos
hasta mis oídos torpes.
Se marchan sin respuesta,
y, olvidados de toda filosofía,
se enfrentan a la arena y a las ramas.
Ordenan a los árboles que les sigan
y que peleen como valientes guerreros.

¿Y por qué la lluvia tiene forma de lágrimas?
¿Por qué la tierra no llora como el cielo?

Han interrumpido su estrategia de batalla.
Desean agarrar con sus manitas
esos pedazos de realidad.
Apresarlos para transformarlos:
juegos de espacio y tiempo,
alejados de toda lógica.
Hasta cien años encerrados en mi piel.

¿Por qué ese señor mira con ojos perdidos?
¿Por qué ese pájaro se ríe solo?

Observan y hablan lo que ven.
Sin apenas filtros
que desdibujan la percepción.
Conocen el blanco y el negro,
y con ellos se atreven a divagar
rodeados de luz e ingenuidad.
Asombro que contempla la esencia más limpia.

¿Qué son los minutos?
¿Para qué sirve la luna?

Sigo sentada y continúo escuchando.
El equilibro puro se rompe con silencios y gritos,
alegrías y desgracias que, pese a todo,
permanecen atados a un hilo.
Una tela que les recubre,
les protege de los grises y opacos.
Y suelto una carcajada.

¿Por qué nos mira así?
¿Por qué las ruedas son redondas?

Y decido retomar ese camino,
con esas preguntas y asombros.
Porque ellos avanzan dando saltos de luz
para meter la vida en sus ojos.

5 comentarios sobre “Saltos de luz

  1. Precioso escrito salido íntegramente de tu verdad. ¿Acaso nos es imposible recordar cómo empezamos de nuevo, al sentir los ligeros pero ásperos roces del textil en nuestra piel recién impregnada de aire del mundo? Rebuscando por debajo de las hojas secas de la vida, hallamos los tesoros de nuestra verdad; cuando vemos sus líbidos destellos.., podemos empezar a recuperar la innocencia que se perdió, aunque tendremos que apartar contínuamente los visillos de picardias y experiencias vividas, porque pesan demasiado y tienden a correrse de nuevo.

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