En una casa donde todos los miembros de la familia discuten casi continuamente, amanece una mañana con un imprevisto: el dueño de la mansión de los Matthews ha muerto durante la noche. Y la misma muerte es motivo de discusión: la tía Harriet afirma que ha sido el pato asado de la cena que ha provocado una indigestión, otros que si ha sido infarto… hasta que aparece la hermana del fallecido, Gertrude, exigiendo una autopsia. Y esta petición sólo puede significar una cosa…
Entre los nervios y las suposiciones, se desvela la verdad: murió envenenado con nicotina. Todos se escandalizan y empiezan a mirarse con suspicacia. Tratan de ayudar al comisario Hannasyde, pero cada interrogatorio o pista se confirma lo que todo el mundo piensa: podría haberlo asesinado cualquiera, ¡todos tenían un motivo! Y mientras, siguen discutiendo…
Según avanza la novela, cada personaje queda perfectamente caracterizado, y la intriga se entremezcla con toques de humor y de inverosimilitud.
El comisario se impacienta… hasta que aparece otra muerte. ¿Descuido? ¿Venganza? ¿Más posibles víctimas?
