Mi primer escrito sobre mi padre:
¿Qué os pasa?
¿Me miráis como una nada?
Miremos…
No me veo,
y sigo escuchando esas frases.
Significados borrados, palabras iguales.
Me toco, pero no me siento,
por nada me extraño: todo me es ajeno.
No puedo saber dónde miro, no domino los ojos.
Se me derrumba la sonrisa.
Cualquier día es una vida,
lleno de rostros
pero que son uno sólo.
¿Qué sucede?
¿Me habláis como a un ausente?
Hablemos…
Era, solía…
Estaba, le gustaba… Así estamos todavía.
Tiempos pasados que definen un presente.
Te sigue una vacía mirada;
ante un absurdo, suelta una floja carcajada;
te busca la mano agitada siempre;
de su boca salen palabras breves.
Gestos, miradas, muecas…
Tal vez expresivos,
como de despiertos sentidos,
pero no logran esconder la cabeza enferma.
Por dentro… seca.
Momentos pasados
en un espacio blanco.
¿Cómo hago?
¿No lo alcanzo?
Esperemos…
Te necesito.
Solo, no puedo;
pero me niego a reconocerlo.
Saberme vacío…
y me inquieto, me rebelo, atormento… y chillo.
Recuerdos en la mente
que voy deshaciendo a mi roce.
Antes de que me desplome,
quiero tenerme.
Un dolor. Lo único que vivo me mantiene.
¿Cómo pienso?
Lo que hablan, ¿no lo entiendo?
Pensemos…
Un espacio hueco
porque le han conocido tarde aquellos.
Volcados en ese vacío los recuerdos de otros,
rasgos negativos
que le hacen ser lo que ha sido,
provocando que yo aparte los ojos.
Hombre… padre roto.
Un día entre papeles,
un rastro sobre su pasado:
por nosotros continuaba luchando
cuando ya estaba decadente.
Ahora quiero aprender a mirarle de frente.
Busco además el espacio con nuevo sentido
para la ya viuda con marido vivo.
Enternecedor.., un morir sin haber muerto. Y quien sabe lo que ocurre por dentro.
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Y tanto… Lo desconocemos del todo
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Thanks for the follow 🙂
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