Ahora quisiera centrarme en uno: la importancia de la lectura. Tú no te dedicas a la manufactura: tu desempeño profesional no depende de la fuerza de tus brazos ni de la capacidad de cargar peso de tu espalda. Tú te dedicas a la «mentefactura». Así que, dada la naturaleza de los retos que tienes, la calidad de tu liderazgo depende extraordinariamente de tu vitalidad intelectual, de tu riqueza conceptual, de tu capacidad para procesar información compleja y para diagnosticar, de tus competencias de comunicación, de tu habilidad para captar rápido el talento y la personalidad de la gente… en otras palabras, de tu capacidad para adentrarte en el National Geographic del alma humana.
El hábito de la lectura se presenta como una herramienta fabulosa para desarrollar todas esas competencias. Y leer unos veinte libros al año, como un ritmo razonable para cultivarlas.
Álvaro González Alorda, Cabeza, corazón y manos.
Al comienzo de la desescalada, cuando existían horarios por personas y actividades, quedé con una amiga para intercambiarnos un libro. Nos encontramos en un punto intermedio al que llegamos corriendo. Yo le presté los Ejercicios de estilo, y ella, Cabeza, corazón y manos. La historia de un mentor, Oliver, que acompaña a Sara, una joven profesional que tiene próximo un posible ascenso.
Un libro muy interesante, de lectura ágil, y con ideas contundentes y firmes sobre la labor de los mentores.
No obstante, os he transcrito estas líneas para invitar a la reflexión sobre el poder que ejerce en nosotros la lectura. En este caso, Sara se dedica a la gestión de personas y proyectos, lidera reuniones y equipos, etc. Pero estas palabras son válidas para todos: los que tengan un trabajo más intelectual o, al contrario, manual; los líderes de equipo y los anónimos (sin los cuales no se podría hacer apenas algo); los de edad avanzadas y los niños o jóvenes…
La clave está en la relación con el otro: todos nos relacionamos con alguien, o muchos alguien, tanto en la familia, trabajo, sociedad… Por tanto, somos esas «almas» en juego con otras muchas, con los distintos mapas y National Geographic. Y, sin duda, una ayuda para conocer, descubrir, acertar y comunicar a esas distintas relaciones, esas almas diferentes. E incluso, con el mismo conocimiento de la realidad: será más complejo (en cuanto a completo, no por dificultad o complicación) y por tanto, cabrá una mayor posibilidad de profundizar en esos conceptos tangibles o inmateriales que nos rodean.
Y el reto está claro… Veinte libros por año. Muy asequible si se no se deja el inicio para «mañana».