Compuesta, como afirma el propio autor, para «regañar» a los locos enamorados y para advertir a las alcahuetas.
Calisto, de noble linaje, se encuentra preso de amor de Melibea, a la que declara su pasión, pero ésta al final lo rechaza. Calisto no sabe qué hacer, y desahoga su pena con Sempronio. Éste le da una posible solución: Celestina. Sempronio va a verla y le cuenta la desesperación de Calisto por tener a Melibea, y accede a lograr el amor de ella.
Sempronio se reúne con Celestina, a petición de su amo, para ver cómo resolver el asunto sacando más beneficios. Celestina invoca al demonio para que la ayude. Acude a casa de Melibea y al final se quedan las dos solas, y le empieza a hablar de los sufrimientos de un hombre, y le desvela su identidad cuando ya comienza a compadecerse. Melibea estalla de ira, pero Celestina logra tranquilizarla e, incluso, cambiar su opinión tras sus sutiles palabras.
Sale y se encuentra con Sempronio: comienza a intuirse un conflicto de avaricia pues Celestina no cede a contarle todo. Llegan a la casa de Calisto, y la alcahueta le cuenta todo lo sucedido, mientras que Pármeno, otro siervo, habla mal de ella continuamente. Celestina se retira y se queda con un cordón que le ha dado Melibea: ¿practicará su magia sobre él?
En otro momento, Celestina se reconcilia con Pármeno al conseguirle una cita con una chica a la que pretende, aunque ésta al principio afirma que no puede porque está con otro. Sin embargo, Celestina la convence de que no hay mal por estar con varios hombres. A partir de este momento, Sempronio y Pármeno se hacen amigos, y aprovechan la ausencia de Calisto para ir a comer a casa de Celestina con sus amadas respectivas. En éstas, llega una criada de Melibea pidiendo asistencia de la alcahueta porque su ama tiene un dolor en el corazón. Le pide el cordón, pero Celestina decide seguir guardándolo para que siga actuando la magia.
Celestina va al encuentro de Melibea, y le ayuda a reconocer su mal de amor por Calisto, y accede a un cita con él. La madre de Melibea interrumpe repentinamente y advierte a su hija acerca de Celestina.
Tras contarle Celestina las buenas nuevas a Calisto y que éste le recompense nuevamente, Calisto va al encuentro de su amada. Se confiesan su amor hasta que los interrumpen ruidos de pasos, y se citan para la noche. En esto, los criados van a casa de Celestina a por su parte de los beneficios, pero ésta niega diciendo que ha perdido la cadena. Discuten y Sempronio mata a la vieja, y se tiran por la ventana al acudir la justicia.
Calisto pregunta dónde están sus criados, y es otro, Sosia, el que le desvela que los han degollado.
A partir de aquí, se van sucediendo una serie de hechos y conspiraciones que, a pesar de los sucesivos encuentros nocturnos entre Calisto y Melibea, auguran un oscuro fin.
El odio comienza a acampar en los distintos corazones, junto con los deseos de venganza…
